Stockholm: ¿Tienes un cenicero?



Rodrigo Sorogoyen se estrena el año pasado como director de cine en solitario con Stockholm, una película acojonante. En muchos aspectos.

La película la protagonizan Javier Pereira (a mi me sonaba de algo, concretamente de Tu vida en 65 minutos, de Albert Espinosa) y Aura Garrido (creo que participó en una serie para Telecinco, o algo así... uno de tantos fracasos de la televisión española, y eso que la chica promete). Poco sabemos de sus personajes, por no decir nada, porque la poca información que nos dan bien podría ser mentira. Son un chico y una chica, se conocen en una fiesta. Y ahí empieza todo.

Creo que puedo decir que la película está dividida en dos partes, y son claramente diferenciables, tanto en la trama como en lo visual:

Comienza en un Madrid nocturno, de calles oscuras, donde esos carteles que indican el nombre de las calles apenas son visibles y es fácil perderse. Esta primera parte, en mi muy humilde opinión, peca de lo mismo que peca Antes del amanecer (Richard Linklater), típico chico encantador se fija en chica misteriosa, diálogos sumamente preparados, forzosamente ingeniosos, donde se ve claramente lo que va a ocurrir al final. Me pareció, quizás, demasiado previsible. Aunque la idea de pasear de noche por Madrid me parece jodidamente maravillosa.




Sin embargo, toda esta previsibilidad se ve compensada en la segunda parte, donde la noche da paso a la mañana, y ya nada es lo que parece. De repente, la quietud y sus colores tenues se ven invadidos por un blanco inmaculado que casi asfixia. Esta sensación de ahogo y frialdad, se acentúa aún más con los diálogos y las situaciones a las que se ven sometidas los dos personajes.




Y ahora me voy a poner un poco sentimental, o más bien, reflexiva.

Cada uno puede interpretar una película como le nazca. Puede haber interpretaciones parecidas, pero todas serán diferentes, porque cada persona de este mundo es diferente. Y así sucede con la música, la pintura, la ópera, el teatro, la literatura... Es lo maravilloso del arte.

Pues bien, a lo largo de mi vida me he visto involucrada en relaciones bastante perniciosas, de las que, desgraciadamente, no he salido bien parada. Y eso, para bien o para mal, ha canalizado en mí una idea de las relaciones de pareja que no se corresponde con el típico cuento de hadas. Esta película plasma a la perfección esa idea.

Todos hemos querido algo de alguien, absolutamente todos. Esto no tiene nada de malo, desear es humano. Y al querer algo de alguien, también hemos actuado siguiendo ese deseo, abandonando un poco lo que somos con el fin de alcanzar lo deseado. Al igual que todos, en algún momento, hemos sido deseados por alguien, y esa persona se ha abandonado para alcanzarnos. Creo que hasta aquí estoy de acuerdo con el resto de la humanidad. Creo, vaya.

Aquí, quizás, alguien discrepe. Puedo resumir las relaciones de la siguiente forma:

- Aproximación - cortejo (también conocido como "bailar el agua") - culminación - comodidad - abandono. -

Es un esquema bastante sencillo, ¿no? No me apetece demasiado desarrollarlo. Me deprime un poco.

Esto puede darse durante semanas, meses, años, décadas. En esta película lo narran en una hora y veintiséis minutos. No creo que se llame Stockholm por casualidad. Las relaciones de pareja son algo así como una versión romántica del síndrome de Estocolmo. El raptor es raptor sin darse cuenta. La víctima es víctima sin darse cuenta. Y no hay malos, ni buenos. Todo es un juego.

Creo que es momento de terminar con esta verborrea. Sólo añadiré que creo que ese final tan impactante es algo metafórico y no literal. Quiero creer. 

God Help The Girl: El paraíso de todo moderno


NOTA: Esta es, posiblemente, la entrada menos objetiva que he escrito en el blog. Las razones son simples: canciones pop, gafas de pasta, camisetas de rayas, gorros de lana, Glasgow, Belle & Sebastian, y Emily Browning con flequillo recto y media melena. 



Este póster resume todo bastante bien.


¡Pero bueno! Vamos al lío. God Help The Girl es una película musical muy, muy reciente. De este año, para ser exactos. Su director es Stuart Murdoch, ese señor que fundó el maravilloso grupo Belle & Sebastian, además de encargarse del auténtico God Help The Girl, cuyas canciones forman la banda sonora de la película, de la que tengo que hablar sí o sí. Mi moral me lo exige.

He visto la película unas cinco o seis veces, así que no me debería resultar difícil hablar del argumento: Eve (Emily Browning) está en un momento de su vida bastante complicado, ingresada en un hospital por problemas alimenticios, parece que su única vía de escape es la música. En la maravillosa ciudad de Glasgow conoce a James (Olly Alexander, al que podéis escuchar en su propio grupo Years & Years) y a Cassie (Hannah Murray, conocida por participar en Skins y en Juego de Tronos), entre los tres se creará una conexión musical maravillosa, y formarán un grupo. Hasta aquí todo bien. Tal vez, James y Cassie tendrán que soportar las idas y venidas de Eve, que no está muy bien de la cabeza, y la insoportable presencia de Anton (Pierre Boulanger), que tiene un acento suizo muy atractivo, pero poco más.

Un argumento muy simple, lo sé. Entonces ¿por qué esta película me parece tan maravillosa? Puede que sea porque soy una moderna de mierda. Pero puedo resumirlo todo, más o menos así:

· La banda sonora: compuesta por Stuart Murdoch, ¿hace falta decir algo más? La mayoría de las canciones las interpreta Emily Browning (en serio, ¿hace falta decir algo más?), además de Olly Alexander y Hannah Murray. Y alguna que otra también interpretada por las originales God Help The Girl. No tengo palabras para describir lo que siento por esta banda sonora, mejor dejo un link a Spotify y os enamoráis vosotros mismos. Atención, por favor, al track número cuatro: "Pretty when the wind blows." Una maravilla.

· La estética: puede que suene superficial, pero con un buen vestuario se puede hacer mucho. La ciudad de Glasgow, mezclando lo victoriano con lo moderno, lo clásico con lo más indie, los edificios de piedra con las Dr. Martens y las camisetas de rayas... No sé, maravilloso.




· Tiene algo de Godard: puede que alguien me asesine por decir esto, pero debo decir que el propio Stuart Murdoch comentó en una entrevista que dos de sus directores favoritos son Godard y Truffaut. Cuando Eve, James y Cassie interpretan "If you could speak" y realizan los tres esos pasos de baile, me recordó muchísimo a la película de Godard, "Bande à part", con el baile de los tres protagonistas en el bar.



· Emily Browning: no tengo palabras feas para esta chica. Quizás su actuación no es la más maravillosa del mundo y eso no te permite empatizar del todo con el personaje. Pero tengo que reconocer que a mi, personalmente, me gusta todo lo que hace. Quizás estoy un poco cegada por lo maravillosa que es de pies a cabeza, puede ser.


Tenéis que entenderme.


Para terminar, quiero compartir uno de los números musicales de la película "I'll have to dance with Cassie", un pequeño spoiler sin importancia. Porque sí, porque Emily Browning y Hannah Murray están maravillosas, porque los bailes son absurdos y me encantan, y porque la canción es una pasada:





Qué bonito es todo a veces. ¡Un saludo!


La flaqueza del bolchevique: la lolita del siglo XX



Película del año 2003, dirigida por Manuel Martín Cuenca y basada en la novela homónima de Lorenzo Silva, que también participó como guionista. Supuso el estreno como actriz de María Valverde, y no se me ocurre forma mejor de darla a conocer. 

La historia habla sobre Pablo López (Luis Tosar), un hombre, podría decirse algo misántropo y al que nada ni nadie le merece la pena. Para él, todo es una mierda. Involucrarse con las personas sólo lleva a la autodestrucción. Se emborracha alguna que otra noche, y de casa al trabajo, del trabajo a casa. Precisamente una mañana, camino de su trabajo, tiene un accidente de coche con Sonsoles (Mar Regueras), la típica pija que se siente orgullosa de tener el mundo en sus manos y resulta bastante insoportable. Después de unos cuantos insultos y una denuncia, Pablo decide hacerle la vida imposible a Sonsoles. Hasta que un día, se topa con María (María Valverde), la hermana pequeña de Sonsoles, de quince años, y se enamora de ella. Esto le lleva a una serie de sucesos y experiencias que desencadenan en un final, a mi parecer, un poco desagradable.

La primera vez que supe del argumento de esta película/libro, lo primero que pensé fue "Pederastas no, gracias." Sin embargo, después de haber leído "Escupiré sobre vuestra tumba" de Boris Vian, creí que nada podría resultarme desagradable. Así que me aventuré con el libro, y más tarde, con la película. No me arrepiento en absoluto.

La historia nos relata la vida de un hombre gris, sumido en una monotonía que lo consume poco a poco. Todo en su existencia es vulgar y carece de sentido, hasta que aparece María y todo se ilumina. Cuando Pablo cree que toda su sensibilidad está perdida, una chica de quince años consigue rescatar lo que ya creía enterrado. Le pongo un diez a la escena de Luis Tosar intentando controlar sus lágrimas mientras suena en su coche "Standby", de Extremoduro (ojo, spoiler). Esa mezcla entre lo burdo y lo sentimental me pone los pelos de punta.

Poco más puedo decir sobre esta película sin desvelar su trama. Ante Luis Tosar tengo que quitarme el sombrero, pero eso no supone ninguna sorpresa. María Valverde, con sólo dieciséis años, está maravillosa en su papel. Supongo, quizás, por empatía con el personaje que interpretaba. Irradia luz en cada escena en la que sonríe con ese aire infantil. Aunque tengo que admitir que no puedo ser del todo objetiva a la hora de hablar de esta chica.

Personalmente, me encantan las historias de amor que acaban en fracaso, o son imposibles. Como siempre me gusta decir, sólo el amor inconcluso puede ser romántico. Y para terminar, me veo en la obligación de dejar por aquí un fragmento del libro (uno de tantos) que me gustó especialmente:

"Cuando la felicidad es demasiado grande, cuando a uno le curan de una herida demasiado mala, cuando todo es demasiado bonito, sólo hay un presentimiento que un hombre sensato pueda tener: algo está a punto de joderse. Eso presentí yo en aquel momento, mientras Rosana me quería y yo podía percatarme, y así me sumí en la melancolía de la que ya no he salido desde entonces"

Dato: en la novela, María se llama Rosana.

¡Un saludo!

El coleccionista: amor a la fuerza


Dirigida por William Wyler en 1965, y protagonizada por Terence Stamp y Samantha Eggar, está basada en la novela homónima de John Fowles (su primera novela, por cierto), considero esta historia una de las historias de amor más retorcidas que he presenciado en mi vida. Y eso que mi vida amorosa es un completo desastre.

El argumento es bastante sencillo: Freddie Clegg, un chico tímido, con problemas para relacionarse con la gente, y aficionado a coleccionar mariposas, gana una quiniela y de repente se ve con un montón de pasta. En lugar de irse de vacaciones, como haría cualquier persona normal, decide gastarse el dinero en una mansión con un sótano enorme, para secuestrar a Miranda Grey, una estudiante de bellas artes con mucho encanto. ¿El objetivo de su secuestro? Conseguir que los dos se conozcan y que ella logre enamorarse de él. Después de eso, Miranda será libre.

Aunque claro, ¿se puede lograr amar a alguien a la fuerza? Freddie está convencido de que sí, porque desde el primer día que la ve siente que ella está hecha para él, y por lo tanto, él también debe de ser para ella. Pero Miranda le dice que "si la condición para que me libere es que me enamore de usted, entonces estaré aquí hasta que muera." Duras palabras para nuestro pobre Freddie.


Los ojos claros siempre dan miedo.

Freddie tiene un serio conflicto moral. Siente una atracción muy fuerte por Miranda, y la tiene a su merced durante toda la película, al ser su raptor. Podemos ver en muchas escenas como, en el momento en que Miranda se acerca a lo que él considera más de la cuenta, el chico aparta la vista, incapaz de mirar a los ojos de ella, lleno de vergüenza por el simple hecho de desearla. Porque, como Freddie le repite a Miranda una y otra vez, ante todo, la respeta. Ve el sexo como algo sucio, y cuando se imagina con Miranda, es incapaz de hacerlo de forma sexual. Para él es una forma de mancillarla. Esto me lleva a pensar en la idealización. Freddie rechaza todo tipo de idea sexual hacia Miranda, porque ve en ella un ser puro, al que aún nadie ha tocado. Y más adelante en la historia, se llevará un desengaño que provocará ciertas cosas que no puedo decir, porque odio los spoilers.

Como ya he dicho antes, nuestro protagonista colecciona mariposas. Es lógico pensar que para él, Miranda es otra más en su colección. Es feliz cuando baja al sótano y la contempla mientras ella pinta cuadros, lee un libro, o fuma un cigarro. Le gusta observar, pero no ser observado. 



Por otra parte, Miranda es todo lo que Freddie jamás será. Alegre, extrovertida, creativa, culta... Ambos están a años luz. Muchos de los diálogos, tanto del libro como de la película, se basan en Miranda demostrándole a Freddie que la que manda es ella. Y es curioso que la secuestrada tenga tantísimo poder sobre su raptor. En ocasiones demuestra un falso interés por Freddie que él recibe con tanto entusiasmo que llega a dar lástima. Pero claro, siempre llega el desengaño. 

La película hace que te pongas en la tesitura de ambos personajes, y, al igual que sientes verdadera pena y angustia por Miranda, encerrada permanentemente en un sótano, también llegas a sentir verdadera lástima por Freddie ante los desplantes de su secuestrada y la impotencia de este al saber que nunca, ni aún teniéndola encerrada, llegará a alcanzarla. Estas historias que hacen que te metas en el papel del psicópata, y encima le comprendas, me dan mucho miedo.

Antes de hablar del final, tengo que destacar el momento "cena romántica" y esa especie de "encuentro sexual" que tienen los dos personajes, desencadenante de tantas cosas malas. Hay que ver la película para entenderlo. 

Ya voy llegando al final. El último capítulo del libro consta de cuatro páginas. ¡Pero qué páginas! Pocas veces el final de un libro me había fascinado tanto y a la vez provocarme tanto rechazo. Y exactamente lo mismo ocurre con el último minuto de la película. Pero como ya he dicho, hay que verlo (o leerlo), para entenderlo.

Y como no todo es perfecto y a mi me encanta quejarme, voy a sacarle algo malo a la película: la banda sonora. Para mi gusto, está carente de tensión, y esta es una historia que necesita mucha tensión. Melodías bastante cutres, que podrían clasificarse de música para película de serie b. Es como si todo el rato estuviese sonando la misma canción en bucle, sólo que no es así. Porque si al menos fuese así, sería un dato curioso. Inquietante, pero curioso.


¡En fin! Aquí termino. Es un drama psicológico demasiado complejo como para que yo pueda desarrollarlo bien. ¡Pero prometo que he hecho lo que he podido! 

El género slasher: un mundo de posiblidades

A veces no me apetece meterme en una película que me haga reflexionar sobre mi miserable existencia. Necesito algo superficial, absurdo y lleno de violencia gratuita, que no profundice demasiado en las emociones humanas y me permita echarme unas risas. Para esto, el género slasher es maravilloso.

Lo más característico de un slasher es que hay un psicópata que se dedica a asesinar a gente muy, muy, muy, muy lerda. Es imprescindible. Sin relación psicópata - lerdo, no hay slasher. Sin embargo, dentro de este género hay una muy amplia gama de características, o más bien clichés, que un buen slasher debe cumplir (y si no las reúne todas, no merece la pena, soy así de nazi):


· Grupo de adolescentes: preferiblemente universitarios o pre universitarios. Están en pleno apogeo, acaban de graduarse y van a hacer el viaje de su vida. La furgoneta es imprescindible. Deben ser mínimo cinco, y dentro de este grupo de encontramos los siguientes estereotipos: el que siempre fuma porros, la pareja empalagosa que sólo ha ido al viaje para practicar sexo salvaje en el bosque, el chico problemático al que le encanta hacerse el héroe, la chica de enormes pechos a la que le encanta zorrear y que tarde o temprano hará su desnudo durante la película, y el listo o la lista (o menos gilipollas). Este último siempre suele ser el único superviviente.



¿Quién es quién? (La matanza de Texas, 2003)

· Psicópata resentido: estos jóvenes en la flor de la vida, necesitan a alguien que los persiga hasta acabar con todos de la forma más cruel y retorcida posible. Aquí es cuando entra nuestro querido psicópata, sin él o ella, nada de esto sería posible. El motor de su vida se basa en esperar el momento oportuno para atacar. Sus motivos son múltiples: complejo de Edipo, negación de la amistad en la infancia, infidelidades entre sus padres, mirar directamente a los ojos de Leticia Sabater... El caso es que este personaje volcará toda su frustración contra gente joven, alegre y despreocupada. Así que ya sabes, si eres de los que prefiere preocuparse a vivir el momento, estás a salvo. Pero no de ti mismo.

Esa mirada llena de ternura (Psicosis, 1960)

· Violencia gratuita: algo que me llama muchísimo la atención los slasher es que el asesino nunca utiliza armas de fuego. Supongo que, ya que su finalidad es torturar antes de dar muerte a su víctima, prefiere utilizar armas punzantes del tipo cuchillo jamonero o sierra mecánica. Esto es mucho más desagradable a la vista que un disparo de pistola. Y aquí entra el tema de la violencia gratuita, los desmembramientos, los cortes profundos, que si ahora te corto una oreja, que si ahora te quito un pie, que si ahora te saco el ojo y te lo doy de comer... En fin, lo típico. Muy gratuito. Si matas, matas, no vengas jodiendo con jueguecitos grotescos. A los asesinos de estas películas les gusta demasiado un show.


La cara que se le queda cuando le quieren quitar su amado puñal. (Scream, 1996)

· Adicción a los lugares oscuros y peligrosos: los protagonistas de este tipo de películas sufren una especie de fetichismo enfermizo con este tipo de sitios. Están en peligro, los persigue un loco armado, y lo mejor que se les ocurre es separarse para explorar los lugares menos favorables para la humanidad. Sótanos, áticos, casas abandonadas, bosques en mitad de la noche, aparcamientos... No pongo foto, no encuentro ninguna decente, para qué mentir.

· Persecución, tropiezo y llaves del coche: en ese orden. No hay otro posible. ¿Hace falta explicarlo? Le persiguen, enfoque frontal al protagonista para que podamos ver a qué distancia se encuentra el asesino, ambos van a un ritmo normal, ni la víctima se esfuerza por huir, ni el asesino se esfuerza por matar. Se han puesto de acuerdo, es más, yo diría que se tienen cariño. Pero de repente, ¡tropiezo! La víctima cae al suelo y empieza a sollozar desesperada. Si hay torcedura de tobillo, mejor que mejor. Pero el asesino es una persona educada y le dará su tiempo para que se recomponga y puedan seguir su absurda persecución. Llega al coche, y tras unos quince minutos intentando encajar en la cerradura la única llave que tiene en la mano, consigue entrar. Mágicamente, el asesino ya estará dentro del vehículo, y morirá. 

· El sheriff: un slasher no es un slasher si no aparece entre escena y escena un sheriff toca pelotas. Porque sólo sirve para eso. 

Él era listo (Scary Movie, 2000)

· The final girl: este término aparece en cualquier artículo que se pueda leer sobre el slasher. Es la única persona sensata de toda la película, la que se da cuenta de que algo va mal, la que no actúa como si hubiese perdido todas sus neuronas. Se da cuenta de que algo no va bien antes que el resto, intenta alertar al grupo, y al final acaba sola. Es lo más cercano que hay al espectador, la que más o menos se da cuenta de las cosas (digo más o menos porque sigue siendo lerda). Protagoniza la última persecución con el asesino, pero saca fuerzas de donde sea para acabar con él (o ella, que también hay tías muy psicópatas).

Qué maja (Nurse 3D, 2013)


Me dejo muchísimos clichés más sobre este tipo de películas, pero la pereza se está apoderando de mi. Este género me parece de lo mejor para pasar un buen rato con tus amigos. Y lo dice la persona más miedica de este universo. Es imposible que un slasher de miedo. Puede dar asco, puede dar risa, puede matarte de aburrimiento, pero es imposible que de miedo. Y si aprovechas el tema de los topicazos para jugar a algún juego de beber chupitos, ya tienes la noche hecha.

Últimamente cuesta demasiado encontrar un slasher que merezca la pena. Ahora todas las películas de terror hablan de espíritus y cosas que dan demasiado mal rollo como para disfrutarlas. Me encantaría que este género volviese a ver la luz de nuevo. El terror absurdo es muchísimo mejor que cualquier comedia absurda, te ríes muchísimo más.

La pereza llegó
y todo lo arrasó.

¡Saludos!

La delicadeza: el amor es de todos



No soy de películas ñoñas. Normalmente, no me representan. Rara vez me veréis viendo la típica película que cuenta la historia de chico conoce a chica, tienen que ser casos muy excepcionales. Por eso me he sorprendido a mi misma viendo esto, y aún más, disfrutándolo.

La delicadeza, es una película basada en la novela homónima de David Foenkinos, encargado también de dirigir esta obra. Es de esperar que si director y escritor son la misma persona, sea bastante fiel al libro. Y así es. Sin embargo, creo que habría que leer el libro antes para que la película termine de gustar. Si no lo hubiese leído antes de verla, quizás me hubiera parecido un poco tostón. 

Es una historia muy sencilla, contada de forma natural y, como bien dice su nombre, con mucha delicadeza. Se nota que el autor ha puesto mucho cuidado en esto, porque está muy bien lograda. Estamos en París, Nathalie (Audrey Tautou, conocida por esa película tan sobrevalorada llamada Amélie, y ahora es cuando alguien viene a matarme), conoce a François (Pio Marmai), se enamoran locamente, se casan y son felices. Un día, François muere de forma inesperada, y la vida de Nathalie se vuelve del revés. Entre una centena de sucesos aparece del adorable de Markus (François Damiens), un sueco de metro noventa, un poco rarito. Y hasta aquí puedo leer.

No sé si será porque los personajes tienen una personalidad muy marcada, muy distinta de lo que se suele ver, tal vez porque cada uno arrastra su propia historia, pero esta película me ha parecido diferente al resto.  Una especie de 500 días juntos (de hecho, hay una escena que parece sacada de allí). De esas historias que despuntan en su género, sin salirse de él.

Me gusta cómo enfocan esa pereza que siente Nathalie a la hora de conocer a alguien, esa desgana. ¿Para qué mostrarse simpática, para qué intimar con alguien? ¿Para qué molestarse? ¿Realmente sirve para algo? Y por otro lado, tenemos a Markus, que es la inseguridad materializada, sintiéndose poca cosa para lo que sea. Y lo que es peor, acostumbrado a verse de esa forma.

La banda sonora es cortesía de Émilie Simon, igual de delicada que la película, pianos, xilófonos, y la voz tan dulce que tiene esta chica, hacen una combinación bastante perfecta. 



(Este vídeo no tiene absolutamente nada que ver con la película. Lo dejo por si estás leyendo esto y no sabes quién es esta chica.)


¡En fin! Una película muy bonita. Te da lo justo de amargo y lo justo de dulce. Y acabas con una sonrisa en la cara, quizás incluso con una lagrimilla, pero de las bonitas, de las de "Ay, qué cosa más mona." Si lloras de ternura, llorarás con esto. Es, además, una oda a la esperanza. Porque joder, los que no somos tan agraciados, tenemos derecho a amar. El amor es de todos.

Alphaville: un mundo ideal



Hacía tiempo que quería ver esta película, la descubrí porque la mencionan en un libro de Haruki Murakami, After Dark (un libro maravilloso, por cierto). Así que me puse a ello a sabiendas de que Jean-Luc Godard no era un director normal, y quizás entre este señor y David Lynch, acaben haciendo conmigo la tercera parte de American Psycho. Spanish Pyscho, en mi caso.

La película, del año 1965, nos sitúa en un futuro que tampoco es tan futurista, pero futuro al fin y al cabo, en el que un agente/espía/periodista/loquesea llamado Ivan Johnson (Eddie Constantine) viaja a la ciudad de Alphaville para seguir la pista de un tal profesor Von Braun al que todos llaman Nosferatu. Este profesor ha inventado una máquina llamada Alpha 60 que controla la mente de los habitantes de la ciudad. El lema de Alphaville es "SILENCIO, LÓGICA, SEGURIDAD, PRUDENCIA", así que toda conducta que se salga de un comportamiento lógico y recatado, está castigada. ¿Con qué? Con la muerte. ¿Una muerte normal, al menos? No. Para averiguarlo hay que ver la película. Son muy majos en esa ciudad. Y es un lugar muy interesante, porque además, todos los habitantes tienen La Biblia. Pero no la que todos conocemos, no. Su Biblia es un diccionario del que van desapareciendo palabras que quedan vetadas, palabras como amor, ternura, melancolía, conciencia, poesía... Como ya he dicho, son muy majos. Este es el argumento, no hay más.

La película es rara, muy rara. La mayoría de las veces la banda sonora no acompaña a lo que está pasando, te puedes encontrar una música super inquietante mientras dos personas mantienen un diálogo de lo más tranquilo. Eso me produjo una sensación bastante curiosa. Juraría que la mayoría de los diálogos están improvisados, o algo raro pasa. Y las escenas de acción, por llamarlo de algún modo, dan risa. Mucha risa. Creo que no he terminado de cogerle el punto a Godard, y creo que nunca lo haré. Será eso.

Y aunque parezca que la película no me gustó, sí que me gustó. Por la idea, por la historia. Porque las cosas raras me encantan, quizás. Porque sí que merece la pena conocer una sociedad en la que los sentimientos están prohibidos y no tienen lógica para una máquina. Pero para cualquier persona, sentir tiene lógica. De hecho, sentir debe ser la cosa más lógica de este mundo. ¿Qué es una persona sin sentimientos? ¿Eso existe? En Alphaville sí. Y me resultó muy chocante porque hace poco estuve pensando en que si las personas no sintiésemos impulsos sexuales, o deseo, todo sería mejor. Pensé que estábamos contaminados, y que la mayoría de las locuras y atrocidades que cometíamos, eran a causa de los impulsos sexuales y los sentimientos. Llega esta película, me mete de lleno en mi "mundo ideal", y me demuestra que no es tan ideal como yo pensaba. Y aún así, sería imposible que las personas dejásemos de sentir. Y feo, también. No sé en qué estaba pensando, la verdad.

Para terminar, tengo que mencionar esta especie de adaptación de una especie de poema que escribió Jorge Luis Borges para un ensayo que hizo sobre el tiempo, y me gustó mucho. Es muy curioso escuchar a una máquina recitar un poema:





¡Ah! Se me olvidaba decir que Anna Karina en el papel de Natasha Von Braun merece todo mi amor. 

Dallas Buyers Club: Aguanta hasta que caigas



Quizás he tardado demasiado en ver esta película, pero soy una hipocondríaca y todo lo que tenga que ver con enfermedades me pone enferma, literalmente. No, no literalmente, es un efecto placebo pero que da muy mal rollo. Pero bueno, ¡la vi! A este paso me voy a hacer una experta en la temática VIH.

Dirigida por Jean-Marc Vallée, para el guión contaron con una serie de entrevistas que Craig Borten hizo a Ronald Woodroof, protagonista de esta historia. Obviamente y según he leído, decoraron un poco todo para que quedase mucho más poético, y también taparon algunas cosas que eran demasiado fuertes como para llevarlas al cine, o a los Óscars. Pero aún con todo eso, la película merece mucho la pena.

Estamos en los años ochenta, aproximadamente 1986, Ronald Woodroof (Matthew McConaughey) tiene un accidente de coche, lo llevan al hospital, le hacen varias pruebas y le diagnostican sida. Le dan treinta días de vida. Escéptico al principio porque según él esta enfermedad es de maricones y él no es un maricón, decide buscar información y atando cabos sobre su vida tan movidita resulta que sí, tiene la enfermedad. En esa época aún no se sabía cómo combatir el sida, estaban empezando a hacer pruebas con humanos sobre un fármaco llamado AZT. La cosa no le funciona demasiado bien y decide automedicarse con fármacos de contrabando de varios países (México, Francia, Japón...) que estaban prohibidos en los Estados Unidos. Con ayuda de un transexual muy carismático llamado Rayon (Jared Leto), crean el Dallas Buyers Club. Y ya no cuento nada más, no quiero ser ese tipo de gente que el diablo envía al mundo terrenal para soltar spoilers.

Matthew McConaughey y Jared Leto se salen de buenos en esta película. Pero es que Jared, mi queridísimo Jared, ese hombre al que tiñes de rubio y le dejas barba, y es Kurt Cobain, está espectacular. Cinco segundos desde que aparece por primera vez y con sólo escucharle hablar te das cuenta de la transformación por la que ha pasado. Y ni siquiera puedes imaginártelo de otra manera. Una auténtica pasada. Para más añadidura, el personaje que interpreta es maravilloso.

Me impactó muchísimo, como siempre, el rechazo de la sociedad hacia estas personas. Como si hubiesen elegido estar enfermas. El miedo a contagiarse por un roce de mano, la ignorancia, y la crueldad. La falta de humanidad de algunos médicos y el asco que me da la industria farmacéutica haciendo un negocio de prácticamente todo. También me resultó chocante la forma de ver las cosas de Ronald y Rayon. El primero quiere luchar. El segundo cree que no tiene remedio y empieza a darle igual todo, algo así como darle la bienvenida a la muerte.

Si no hablo de la banda sonora, me pego un cabezazo. Otro de los puntos fuertes de la película, y para mi, algo muy importante en todas las películas. En este caso encontramos a grupos como The Naked And Famous, The Airborn Toxic Event, Blondfire, Neon Trees, Capital Cities... En fin, una delicia. Y esta canción de T. Rex con una letra que, si no te hace llorar, mejor comprueba si lo que tienes en el pecho late:




Por último, algo que me llamó mucho la atención: en la película presentan a Ronald como un vaquero de rodeo, pero realmente no era así. Por lo que he podido leer, era aficionado al rodeo pero jamás montó. Eso me hizo pensar que quizás presentaron el rodeo como una metáfora sobre la situación del protagonista. A fin de cuentas se trata de eso. Aguantar y aguantar, hasta que caigas.

The normal heart: la ignorancia es un peligro



The normal heart es una obra de Broadway que escribió Larry Kramer a modo autobiográfico. Ryan Murphy, famosete por ser el creador de American Horror Story y de Glee (nadie pensaría que esas dos series tan distintas fuesen de la misma persona), ha llevado esta historia a la pequeña pantalla. Pequeña porque no se ha estrenado en ningún cine, es una película de la cadena de televisión HBO. Se vale de un reparto bastante espectacular: Mark Buffalo, Matt Bomer, Taylor Kitsch, Jim Parsons (que también actúa en la obra de Broadway) y Julia Roberts, entre otros.

La película nos sitúa en los años ochenta, Ned Weeks llega a una isla que parece ser el paraíso de todo homosexual adinerado, todo es bonito, la comunidad gay está mucho más liberada y según la película lo que se llevaba en esa época era acostarse con quien fuese posible, cuando fuese posible. Todo es maravilloso hasta que aparece una rara enfermedad que provoca manchas en la piel, escalofríos, fiebre, alucinaciones, desmayos e incluso la muerte. En los ochenta nadie sabía qué era el sida ni cómo podía tratarse. La enfermedad era conocida como "cáncer gay". Es bastante duro ver cómo se estigmatizaba a todo el colectivo, las miradas en el metro, por la calle, los incómodos apretones de manos, el miedo al contagio por respirar el mismo aire... Es duro.

Nuestros protagonistas se embarcan en una lucha sin fin contra el gobierno para conseguir que investiguen la enfermedad y busquen un tratamiento eficaz. Y aquí nos encontramos ante dos bandos: Ned lucha contra el sistema, lo critica, lo pone por los suelos, les declara la guerra, incluso les acusa de favorecer a la extinción de los homosexuales (Ned es muy drama queen durante toda la película); el resto de sus colegas, en cambio, prefiere unirse al sistema y esperar pacientemente las respuestas. ¿Cuál era la mejor opción? No tengo ni idea.

Mark Buffalo se sale en el papel protagonista, no se me ocurre a nadie mejor que él y su cara lastimosa para interpretar a la reina del drama. Aunque tampoco es que le falten motivos para montar drama. Por otra parte, Matt Bomer sufre una transformación física impresionante durante la película, digno de admiración, lo digo muy en serio. Y Julia Roberts sale poco, pero las veces que aparece lo hace con muchísima fuerza.

En fin, no sé si será porque estoy extremadamente sensible, pero la película me ha impactado muchísimo y no he podido evitar derramar alguna lagrimilla. Tiene puntos muy, muy, muy duros en los me parece inevitable derrumbarse, al igual que les ocurre a los protagonistas de la historia. La recomiendo de buena gana, sobre todo por saber cómo recibió la sociedad la existencia del sida y los grandes peligros de la ignorancia, que es la peor enfermedad de todas.

¿POR QUÉ, WOODY?

El otro día, por razones que no vienen al caso y a nadie interesan, caí en la cuenta de que sí, me parezco a Woody Allen. Y no es porque usemos gafas de pasta, tengamos problemas para peinarnos, o perdamos la cabeza por las asiáticas, no. Es por las malditas Manic Pixie Dream Girls. 

Aunque en ese maravilloso artículo de Wikipedia no se habla de Woody Allen, yo opino que sí, que ese prototipo de chica está presente en todas y cada una de sus películas, desde Annie en Annie Hall, hasta Cristina en Vicky, Cristina, Barcelona. También la encontramos con Mónica en A Roma con amor, y no me puedo olvidar de Amanda en Todo lo demás. 


¿Qué tienen en común todas estas chicas? Intentaré hacer una lista más o menos concreta.

Son terriblemente atractivas. Y con esto no quiero decir que sean guapas o tengan un cuerpo diez. Simplemente son atractivas, lo son, lo saben, se aprovechan. Puede ser la ropa, el corte pelo, los zapatos o la forma de caminar, el caso es que irradian atracción por cada poro de su cuerpo y hacen buen uso de ello. Ejemplo: la primera vez que vi a Diane Keaton fue en Annie Hall y luego en Manhattan. Más adelante la vi en Looking for Mr. Goodbar (aquí Woody no tuvo la culpa) y me enamoró aún más, pero no es el caso. El caso es que si sacas a Diane Keaton de esos personajes, lo pierde todo. ¡Todo! No es una mujer especialmente guapa, para mi gusto está demasiado delgada (tened en cuenta que estoy hablando de la Keaton de los setenta, la gerontofilia no me va), y además, tiene la nariz un poco extraña. Pero cuando la ves interpretando esos papeles, se te olvida. Te gusta el concepto. Y qué concepto.




Él está pensando lo mismo que yo.


Nunca saben lo que quieren. Bendita inseguridad, que ahora sí, que ahora no, que ahora río, que ahora lloro... ¡Benditos cambios de parecer! Sólo tengo que citar eso que dice Cristina: "No sé lo que quiero, sólo sé lo que no quiero." Con Vicky, Cristina, Barcelona, descubrí la expresión "insatisfacción crónica" que, por desgracia, debo aplicar a mi misma. Pero no viene al caso. El caso es que nunca están contentas con lo que tienen, y si lo están, ellas mismas se convencerán de que tanta felicidad no puede ser sana, y vuelta a empezar. 



Sufro como Penélope.


Cultura, o el arte de decirte lo que quieres escuchar. En este punto tengo que unir dos cosas. Me explico: la gente inteligente y con cultura, me da morbo. Creo que es algo que le pasa a cualquier persona con un mínimo de neuronas, busca neuronas con las que tener sexo intelectual. ¿Quién no sueña con conocer a alguien que hable de su escritor o músico favorito? ¿Quién? Todos somos culpables, yo lo soy, tú lo eres, incluso ellas lo son. Y así nos encontramos, por ejemplo, con Mónica hablando sobre Albert Camus, poesía, Ozymandias, y un sinfín de barbaridades que sólo el pobre de Jack comprende. Y ya sabemos lo que sucede cuando una chica atractiva habla de lo que sólo uno mismo comprende. Desastroso. Que te digan lo que quieres oír siempre es desastroso.



Cara de "me deseas, y lo sé."


Todas, o casi todas, han tenido una o más experiencias lésbicas. No es necesario que desarrolle demasiado este punto. Sólo decir que para mi resulta especialmente dañino. Ni siquiera voy a poner foto.

Fidelidad, idea relativa aguafiestas. Y me aprovecho de una frase de Love of Lesbian para abrir este punto. ¿Hay alguna que le haya sido fiel al protagonista o no se haya ido con otro? ¿La hay? Si es así, necesito saberlo, que tampoco soy una experta en la filmografía de Woody Allen. 



No quiero hacer spoilers.


Y por último y más que evidente, están locas.


¿Por qué, Woody? ¿Por qué nos haces esto? ¿Por qué tienes que crear estos ideales de chicas tan ideales, llevarlos a la gran pantalla, meterlas en nuestro cerebro y luego pretender que sigamos con nuestras vidas como si nada? Supongo que te gusta volcar tus frustraciones sexuales en el guión de una película para así sentir que lo has vivido. Por eso casi siempre protagonizas tus películas, y ahora que estás demasiado viejo y nadie se traga que puedas salir con Scarlett Johansson, Ellen Page o Christina Ricci, escoges a actores jóvenes que te recuerdan a lo que un día fuiste. ¿De verdad te pasó eso? ¿Mia Farrow es así? ¿Existe ese tipo de chica? Si te tuviera delante te acosaría a un millón de preguntas y te explotaría la cabeza, porque estoy en mi derecho de saber por qué has metido ese ideal en mi mente. Me da miedo tener cosas en común contigo. Me veo dentro de treinta años adoptando a una vietnamita para casarme con ella, y no me agrada la idea. No me agrada en absoluto. Pero la pregunta que más me corroe por dentro es: ¿Por qué nos gustan las chicas así? Y todavía no tengo forma de averiguar la respuesta. 

Me tomo el cine muy a pecho, lo sé.

Mulholland Drive: No hay orquesta, todo es espejismo



Ayer por la noche vi mi primera película de David Lynch, como consecuencia, me vi hasta las cuatro de la mañana dándole vueltas a la cabeza y viendo dos capítulos seguidos de Girls para despejarme un poco. Para definir esta película sólo puedo decir: what the fuck. Hablar de esto sin hacer spoilers es muy difícil, porque para hablar de cómo es la película tienes que hablar de lo que pasa en ella, pero haré lo que pueda.

No sé cómo será el resto de trabajos de Lynch, pero esta en concreto es una historia onírica. Lynch trabaja con el mundo de los sueños, despistando y sin que distingamos bien lo que es real de lo que no. Eso que se dice de que en los sueños todo es posible, él se lo toma al pie de la letra. Situaciones surrealistas que ponen el cerebro a prueba. Pero esos sueños llenos de imágenes surrealistas, también son un reflejo de las emociones y del subsconciente, algo así como una manifestación de nuestros propios demonios. Al menos esto es lo que pensé yo después de darle vueltas a la cabeza durante dos horas. 

El caso es que la película dura dos horas y media. Y durante dos horas, crees que está sucediendo una cosa, pero en la última media hora de película te das cuenta de que lo que estabas viendo no era real, aunque sí que tenía su parte de realidad, porque a fin de cuentas, te estaban contando la historia real. Y entonces es cuando tu cerebro estalla.

No puedo decir mucho más porque tendría que destriparla completamente. Es una película que merece ser vista no una, ni dos, ni tres, sino varias veces, porque tiene muchos secretos y pequeños detalles que escapan. Así que se convertirá en mi obsesión durante un tiempo.

También hay que decir que Naomi Watts hace un papel increíble, y que la banda sonora es una pasada. En definitiva, una maravilla.



Momento mecagoensumadre.

Soñadores: De tetas, penes y cine.



"Soñadores", estrenada en el año 2003, dirigida por Bernarndo Bertolucci. Eva Green, Michael Pitt y Louis Garrel protagonizan esta historia. Sí, mucha belleza junta. Demasiada, quizás.

La película está ambientada en el París de 1968, durante la primavera. En ese período, todos sabemos, tuvieron lugar una serie de protestas en Francia donde participaron muchos estudiantes, obreros, sindicatos... Y si estás interesado en saber un poco más, siempre te quedará Google. La cosa es que dentro de este contexto, encontramos otro más, el de "La Cinémathèque Française", que era una especie de club inmenso de amantes del cine donde se guardaban, restauraban y proyectaban películas. Algo así como el sueño de mi vida, vaya. 

Matthew (Michael Pitt) es un estudiante estadounidense que viaja a París para aprender francés. A Matthew le encanta el cine y acude con frecuencia a estas proyecciones. A raíz de esto conoce a Isabelle (Eva Green) y a Théo (Louis Garrel), dos hermanos de una familia burguesa de izquierdas. Los tres conectan muy bien y a partir de ese momento la película de desarrolla entre diálogos de lo más interesantes sobre cine, poesía, música, política, puntos de vista muy distintos, el jueguecito perverso de Isabelle, botellas de vino, tabaco, marihuana, escenas de sexo, el pene de Michael Pitt, el pene de Louis Garrel, los pechos de Eva Green, más diálogos interesantes, más debates, más cultura, muchísimo cine clásico, la Venus del Nilo, etc.

Así, a simple vista, parece una película para bohemios a los que les encante un buen café y una conversación profunda, y lo es. Pero lo que más me llamó la atención de la película fueron tres cosas: 

Matthew intenta desde el primer momento encajar con los dos hermanos. Es más, se adapta y le acaba cogiendo el gusto a su forma de ver las cosas (como para no cogerle el gusto, vaya). Pero por más que lo intenta, siempre llega un punto en el que se choca de frente con la realidad de que nunca va a ser como ellos. Y esa sensación de rechazo, de intentarlo y no llegar, de no ser suficiente, por así decirlo, esa sensación me dolió mucho cuando vi esta película.

La segunda cosa que me impactó fue la gran burbuja en la que se meten los tres. Y lo hipócritas que me parecen al final de la película Isabelle y Théo.

Y la tercera, los padres. Sus padres, los de Isabelle y Théo. No hace falta que diga mucho más. Tiene cojones la cosa.



- ¿No es maravillosa la revolución cultural de Mao? Todo Pekín inundado por millones de jóvenes con el libro rojo en las manos.
- Sería una auténtica revolución cultural si cada joven llevara su libro preferido.

Frances Ha: perderse en blanco y negro.




Dirigida por el norteamericano Noah Baumbach y protagonizada (y muy bien protagonizada) por Greta Gerwig, la película trata de una chica que tiene un sueño: ser bailarina. Ambientada en Nueva York y en blanco y negro, no puedo evitar pensar en el Manhattan de Woody Allen, pero esta historia dista bastante de los líos amorosos de unos ricos acomodados en el mejor barrio de Nueva York. Esta historia le puede pasar a cualquiera. De hecho, me está pasando a mi, ahora mismo, en España, en Cádiz, en mi habitación.

Frances está en una etapa de su vida en la que se pregunta una y otra vez, "¿Qué estoy haciendo?". Ni muy joven, ni muy mayor, ve como sus amigos de toda la vida sientan la cabeza, consiguen un buen trabajo, se casan, tienen hijos, ganan dinero, se mudan a Tokio, conocen a sus suegros. ¿Y ella? Ella sigue siendo aprendiz de una compañía de ballet que no se decide a contratarla como bailarina, acaba de dejar a su novio para irse a vivir con su mejor amiga, que a su vez le dice que se muda con su novio. Frances está perdida.

Esta película habla de esa sensación de quedarte atrás, de ver cómo el mundo gira muy deprisa y tú no puedes seguir el ritmo. Algo con lo que todos nos hemos sentido identificados alguna vez. Es una historia cotidiana, contada con mucho humor y de forma muy natural.



"I don't like smoking alone."



En fin, que me ha gustado mucho y la recomiendo a todo ser viviente. Además, el protagonista de la banda sonora es David Bowie, y eso siempre se agradece. 





Me quedo con la frase: "I like things that looks like mistakes."

¿Qué mierdas es Ozymandias?

Eso mismo pensé yo cuando estaba viendo "A Roma con amor", esa película de Woody Allen de la que hablaré algún día. Mónica (Ellen Page) tiene una conversación muy profunda con Jack (Jesse Eisenberg) acerca de El Coliseo de Roma, y de lo que supone el paso del tiempo para las civilizaciones. Y ahí aparece la expresión "melancolía de Ozymandias". Apunté ese nombre y en cuanto acabó la película, mi curiosidad me llevo a Mr. Google, que todo lo encuentra.

"Ozymandias" es un soneto escrito por el británico Percy Bysshe Shelley, allá por el año mil ochocientos y algo. Dice así (en inglés, porque queda más bonito, y rima, y todo eso):


I met a traveler from an antique land,
Who said: Two vast and trunkless legs of
Stand in the desert. Near them, on the sand
Half sunk, a shattered visage lies, whose frown,

And wrinkled lip, and sneer of cold command, 
Tell that its sculptor well those passions read
Which yet survive, stamped on these lifeless things,
The hand that mocked them and the heart fed.

And on the pedestal these words appear:
"My name is Ozymandias, king of kings:
Look on my works, ye Mighty, and despair!"


Nothing beside remains. Round the decay
of that colossal wreck, boundless and bare
The lone and level stands stretch far away.



Básicamente, habla de la inevitable desaparición de las civilizaciones e imperios. Ozymandias era el alias de un antiguo faraón de Egipto que tampoco pudo impedir la desaparición de su imperio, ni de él mismo, ni de todo lo que hizo y fue. 

Me llevé varios días pensando en esta idea. No importa lo grande o lo pequeño que seas. No importa si eres repartidor de pizza o fundador del imperio más poderoso del mundo. No importa si sabes hablar trece idiomas o apenas te apañas con el tuyo. Al final el tiempo se lo llevará todo. Así que, ¿por qué nos preocupamos tanto por esas cosas? 

Como decía una profesora que tuve de pequeña: "Lo importante es ser buena gente."