Película del año 2003, dirigida por Manuel Martín Cuenca y basada en la novela homónima de Lorenzo Silva, que también participó como guionista. Supuso el estreno como actriz de María Valverde, y no se me ocurre forma mejor de darla a conocer.
La historia habla sobre Pablo López (Luis Tosar), un hombre, podría decirse algo misántropo y al que nada ni nadie le merece la pena. Para él, todo es una mierda. Involucrarse con las personas sólo lleva a la autodestrucción. Se emborracha alguna que otra noche, y de casa al trabajo, del trabajo a casa. Precisamente una mañana, camino de su trabajo, tiene un accidente de coche con Sonsoles (Mar Regueras), la típica pija que se siente orgullosa de tener el mundo en sus manos y resulta bastante insoportable. Después de unos cuantos insultos y una denuncia, Pablo decide hacerle la vida imposible a Sonsoles. Hasta que un día, se topa con María (María Valverde), la hermana pequeña de Sonsoles, de quince años, y se enamora de ella. Esto le lleva a una serie de sucesos y experiencias que desencadenan en un final, a mi parecer, un poco desagradable.
La primera vez que supe del argumento de esta película/libro, lo primero que pensé fue "Pederastas no, gracias." Sin embargo, después de haber leído "Escupiré sobre vuestra tumba" de Boris Vian, creí que nada podría resultarme desagradable. Así que me aventuré con el libro, y más tarde, con la película. No me arrepiento en absoluto.
La historia nos relata la vida de un hombre gris, sumido en una monotonía que lo consume poco a poco. Todo en su existencia es vulgar y carece de sentido, hasta que aparece María y todo se ilumina. Cuando Pablo cree que toda su sensibilidad está perdida, una chica de quince años consigue rescatar lo que ya creía enterrado. Le pongo un diez a la escena de Luis Tosar intentando controlar sus lágrimas mientras suena en su coche "Standby", de Extremoduro (ojo, spoiler). Esa mezcla entre lo burdo y lo sentimental me pone los pelos de punta.
Personalmente, me encantan las historias de amor que acaban en fracaso, o son imposibles. Como siempre me gusta decir, sólo el amor inconcluso puede ser romántico. Y para terminar, me veo en la obligación de dejar por aquí un fragmento del libro (uno de tantos) que me gustó especialmente:
"Cuando la felicidad es demasiado grande, cuando a uno le curan de una herida demasiado mala, cuando todo es demasiado bonito, sólo hay un presentimiento que un hombre sensato pueda tener: algo está a punto de joderse. Eso presentí yo en aquel momento, mientras Rosana me quería y yo podía percatarme, y así me sumí en la melancolía de la que ya no he salido desde entonces"
Dato: en la novela, María se llama Rosana.
¡Un saludo!
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