Hacía tiempo que quería ver esta película, la descubrí porque la mencionan en un libro de Haruki Murakami, After Dark (un libro maravilloso, por cierto). Así que me puse a ello a sabiendas de que Jean-Luc Godard no era un director normal, y quizás entre este señor y David Lynch, acaben haciendo conmigo la tercera parte de American Psycho. Spanish Pyscho, en mi caso.
La película, del año 1965, nos sitúa en un futuro que tampoco es tan futurista, pero futuro al fin y al cabo, en el que un agente/espía/periodista/loquesea llamado Ivan Johnson (Eddie Constantine) viaja a la ciudad de Alphaville para seguir la pista de un tal profesor Von Braun al que todos llaman Nosferatu. Este profesor ha inventado una máquina llamada Alpha 60 que controla la mente de los habitantes de la ciudad. El lema de Alphaville es "SILENCIO, LÓGICA, SEGURIDAD, PRUDENCIA", así que toda conducta que se salga de un comportamiento lógico y recatado, está castigada. ¿Con qué? Con la muerte. ¿Una muerte normal, al menos? No. Para averiguarlo hay que ver la película. Son muy majos en esa ciudad. Y es un lugar muy interesante, porque además, todos los habitantes tienen La Biblia. Pero no la que todos conocemos, no. Su Biblia es un diccionario del que van desapareciendo palabras que quedan vetadas, palabras como amor, ternura, melancolía, conciencia, poesía... Como ya he dicho, son muy majos. Este es el argumento, no hay más.
La película es rara, muy rara. La mayoría de las veces la banda sonora no acompaña a lo que está pasando, te puedes encontrar una música super inquietante mientras dos personas mantienen un diálogo de lo más tranquilo. Eso me produjo una sensación bastante curiosa. Juraría que la mayoría de los diálogos están improvisados, o algo raro pasa. Y las escenas de acción, por llamarlo de algún modo, dan risa. Mucha risa. Creo que no he terminado de cogerle el punto a Godard, y creo que nunca lo haré. Será eso.
Y aunque parezca que la película no me gustó, sí que me gustó. Por la idea, por la historia. Porque las cosas raras me encantan, quizás. Porque sí que merece la pena conocer una sociedad en la que los sentimientos están prohibidos y no tienen lógica para una máquina. Pero para cualquier persona, sentir tiene lógica. De hecho, sentir debe ser la cosa más lógica de este mundo. ¿Qué es una persona sin sentimientos? ¿Eso existe? En Alphaville sí. Y me resultó muy chocante porque hace poco estuve pensando en que si las personas no sintiésemos impulsos sexuales, o deseo, todo sería mejor. Pensé que estábamos contaminados, y que la mayoría de las locuras y atrocidades que cometíamos, eran a causa de los impulsos sexuales y los sentimientos. Llega esta película, me mete de lleno en mi "mundo ideal", y me demuestra que no es tan ideal como yo pensaba. Y aún así, sería imposible que las personas dejásemos de sentir. Y feo, también. No sé en qué estaba pensando, la verdad.
Para terminar, tengo que mencionar esta especie de adaptación de una especie de poema que escribió Jorge Luis Borges para un ensayo que hizo sobre el tiempo, y me gustó mucho. Es muy curioso escuchar a una máquina recitar un poema:
¡Ah! Se me olvidaba decir que Anna Karina en el papel de Natasha Von Braun merece todo mi amor.
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